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El mundo del vino es inmenso y diverso, pero entre sus variados tesoros destaca uno que logra cautivar a los paladares más exigentes: el vino amontillado. Originario de Andalucía, España, este vino es una verdadera joya que combina la frescura de los finos con la profundidad y complejidad de los olorosos.
Con su color ámbar, su aroma a frutos secos y su sabor seco y lleno de matices, el vino amontillado es un vino único que merece ser descubierto y degustado. En este post, nos adentraremos en su historia, su proceso de elaboración, sus características y propiedades, y cómo disfrutarlo al máximo. Bienvenidos al fascinante mundo del vino amontillado.
El vino amontillado es un preciado producto de la viticultura andaluza, específicamente del Marco de Jerez en España. Se trata de un vino generoso que se sitúa entre el Fino y el Oloroso, combinando la frescura de la crianza biológica y la sofisticación de la crianza oxidativa. Su nombre proviene de la ciudad de Montilla en Córdoba, pero su producción y perfeccionamiento se ha dado en Jerez.
La elaboración del vino amontillado es un proceso artesanal que combina dos formas de envejecimiento:
El vino amontillado posee una graduación alcohólica que oscila entre el 16% y el 22% y se caracteriza por su elegante color que varía entre topacio y ámbar. Su aroma es sutil y delicado, con una base etérea suavizada por aromas de frutos secos de cáscara, como las avellanas. En boca, este vino es seco, muy estructurado y de una acidez agradable. Su reconocible toque amargo le confiere una elegancia especial.
Además, el amontillado es conocido por su notable salinidad que lo hace un vino largo y complejo. Su paso por la boca destaca por sabores de especias, caramelo tostado y notas cítricas, como la naranja.
En definitiva, el vino amontillado es un vino de gran riqueza aromática, delicadeza y complejidad, que ofrece una experiencia de degustación única y memorable.
El amontillado es un vino excepcionalmente versátil en términos de maridaje. Sus sabores ricos y complejos lo hacen ideal para acompañar una variedad de platos, desde tapas y aperitivos hasta pescados, carnes y quesos curados.
Se recomienda servirlo a una temperatura entre 12 y 14 grados para apreciar plenamente su bouquet. Al ser un vino generoso, una vez abierto puede mantenerse en buenas condiciones durante varias semanas si se conserva correctamente.
Como hemos podido comprobar, el vino amontillado se caracteriza por ser un vino oloroso y de sabor intenso. Si te gustan este tipo de vinos pero quizás los encuentres algo empalagoso, nosotros te proponemos dos alternativas de nuestra Bodega Faustino Rivero Ulecia que te encantará:
Nuestro Crianza de Faustino Rivero Ulecia es un auténtico vino DOCa Rioja que cuenta con un envejecimiento entre 12 y 24 meses en barricas, fruto de la que obtiene su notas y aromas a regaliz, toques especiados y fruta negra.
En boca presume de ser un vino con buena estructura y un final largo. Elaborado con variedades Tempranillo y Garnacha, este vino es ideal para tomar con todo tipo de carnes y quesos no muy curados.
Nuestro Faustino Rivero Ulecia Reserva te llamará la atención por su color rojo rubí, intenso y brillante. Todo un clásico DOCa Rioja con 24 meses de barrica de roble americano y posterior afinamiento en botella, este vino se caracteriza por sus matices a fruta madura y especias. Cuando lo saborees notarás su sabor sedoso, equilibrado y ciertamente complejo que te cautivará.
En cuanto a su maridaje, resulta perfecto para acompañar platos de carne y pasta, quesos no muy curados y tapas.
En resumen, el vino amontillado es una expresión única de la viticultura andaluza, un vino que combina la frescura de la crianza biológica con la profundidad y la complejidad de la crianza oxidativa. Ya sea disfrutado solo o como complemento de una comida, el amontillado ofrece una experiencia sensorial inolvidable.
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