Olegario Rivero, primera generación de la familia, comienza elaborando vino en una pequeña cueva del centro de la localidad de Arnedo (La Rioja). El vino que producía, lo vendía luego a la gente de la zona, primero en pellejos y más tarde en botas de vino. 

Esa forma de comercializar el vino hizo que años más tarde, la segunda generación, Agapito Rivero, se especializara a la vez en un oficio, el de botero, necesario para una época donde el vino se comercializaba de forma muy distinta a la actual. Los boteros, además de fabricar pellejos y botas, atendían a los clientes e intermediaban entre cosecheros y compradores.

Ampliaron la compra de uva en varias localidades de La Rioja Baja, como Bergasa, Quel, Autol o Aldeanueva de Ebro, para elaborar un vino que comercializaban a granel y en pellejos que ellos mismos confeccionaban en la botería familiar, y venderlo directamente en mercados limítrofes como Soria y Burgos. 

A la vez, continuaron perfeccionando las técnicas de elaboración del vino, vendiendo incluso a otras firmas comerciales de Rioja que ya tenían mercado abierto. De esta forma se fueron introduciendo en el sector vinícola hasta que, a mediados de los años 60, deciden adquirir la primera embotelladora de la familia, para comercializar su propio vino, dando lugar a la marca “Chitón”.

A finales de los años 70, aquel negocio familiar, toma un carácter más empresarial, dando entrada a la cuarta generación, Agapito y Jesús Rivero, con una formación específica que aporta el conocimiento para el crecimiento de la bodega. El cambio comienza con la construcción en 1980 de una nueva bodega más amplia en las afueras de la localidad, que permite dedicar mayor espacio al envejecimiento y crianza de vino.

Buscando atender las necesidades de estos mercados, la familia comienza a interesarse por otras regiones vitivinícolas, lo que le conduce a terminar elaborando su propio vino en Navarra o Utiel-Requena.