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Sin lugar a dudas, el patrimonio vinícola gallego se ha convertido en uno de los más ricos del mundo en cuanto a variedad y calidad. Las características especiales de su clima (siempre con la omnipresente presencia del océano Atlántico), la riqueza de sus suelos y, sobre todo, su tremenda diversidad de especies de vides y uvas autóctonas hacen de esta comunidad autónoma un lugar privilegiado para la producción de vino.
Actualmente, existen en Galicia alrededor de 500 bodegas que cubren una superficie de más de 10.000 hectáreas, con 20.000 pequeñas parcelas trabajadas por más de 17.000 viticultores. Sus vinos, elaborados fundamentalmente entre A Coruña, Pontevedra y, sobre todo, Ourense, están clasificados en 5 Denominaciones de Origen y 3 Indicaciones Geográficas Protegidas, y su producción bate récords cada año. Y es que, solo en Galicia, se cultivan más del 60% de las variedades autóctonas de uva de España. Creemos que estas son razones más que suficientes para que hoy le dediquemos este post a los diferentes tipos de vinos gallegos.
Actualmente, existen en España 96 Denominaciones de Origen Protegidas, 5 de las cuales se producen en tierras gallegas: Rías Baixas, Valdeorras, Ribeiro, Ribeira Sacra y Monterrei.
Es la denominación gallega más conocida, además de la más grande, tanto en extensión como en número de bodegas y ventas (2021 supuso la cifra récord de 27,5 millones de litros vendidos). Se produce casi en su totalidad en la provincia de Pontevedra, fundamentalmente en el valle del Salnés, en la orilla izquierda de la ría de Arousa. Sus vinos, cultivados a baja altitud y muy influenciados por el clima atlántico, son, fundamentalmente, vinos blancos (aunque también los hay tintos) frescos y suaves, con un aroma equilibrado y amplios matices.
Pero, sin duda, su vino estrella (y la locomotora que ha impulsado la producción vinícola gallega en las últimas décadas) es el Albariño. Hecho con la variedad de uva autóctona del mismo nombre, su antigüedad se remonta al siglo XII y, en las últimas décadas, su fama se ha ido incrementando llegando a ser considerado el mejor vino blanco del mundo por algunos críticos importantes. El Albariño se caracteriza por ser un vino con cuerpo, aunque de intensidad media, con un reconocible color amarillo y tintes dorados y verdes.
Y, si hablamos de Albariño, no podemos dejar pasar la oportunidad de nombrar un vino con una personalidad especial. Un vino sofisticado, limpio, brillante, que destaca por el sabor penetrante de sus notas cítricas y florales, y que ha sido elaborado para ti por la quinta generación de la familia de nuestras Bodegas Faustino Ribero Ulecia. Faustino Ribero Ulecia Albariño, el mejor ejemplo de lo que se puede lograr en el mundo del vino, cuando se aúnan la pasión, la exigencia y el espíritu innovador.
Las zonas de producción de esta Denominación de Origen ocupan gran parte de las cuencas de los ríos Sil, Xares y Bibei. En ellas se crea un microclima especial (más seco que en el resto de Galicia) que conjuga tanto la influencia atlántica como la continental.
Los suelos sobre los que se cultiva son muy diversos desde los pizarrosos y poco profundos, pasando por los graníticos, más ricos en arena, hasta los que se asientan sobre sedimentos y terrazas, donde abundan los cantos rodados.
La aromática Godello es la uva blanca autóctona y el principal patrimonio de esta Denominación de Origen, aunque también se cultivan Dona Blanca y Palomino. Sus vinos son bastante afrutados y con cuerpo. El más emblemático, el blanco de Godello, posee un aroma suave, es de color amarillo dorado y tiene una graduación alcohólica media de 12,5 grados. En tintos destacan los elaborados con Mencía, de un color púrpura intenso y aromas afrutados, con matices de zarzamora, ciruela y regaliz.
Con el municipio de Ribadavia como núcleo central, la Denominación de Origen Ribeiro abarca una zona de 2500 hectáreas entre los valles formados por los ríos Miño, Avia y Arnoia, en la provincia de Ourense. Una comarca muy particular, a unos 45 kilómetros del océano Atlántico, cuyo clima ligeramente continental, con temperaturas suaves y lluvias abundantes, es ideal para la lenta maduración de la uva, lo que favorece los vinos delicados, frescos, elegantes y sutiles, de color pajizo pálido y aromas a frutas frescas y maduras que caracterizan a esta Denominación de Origen.
Sus diferentes tipos de vinos: blancos y tintos, de barrica, espumosos y tostados, son producidos con variedades de uvas predominantemente autóctonas, entre las que destacan las blancas Treixadura, Loureira y Torrontés, y las tintas Caíño y Brancellao. También hay variedades no autóctonas, como las Palomino, Garnacha Tintorera y, en menor proporción, Godello, Macabeo, Albilla, Albariño, Ferrón, Souson, Mencía y Templanilla.
La Denominación de Origen Ribeira Sacra fue creada en 1996, aunque históricamente sus vinos (especialmente los tintos) han sido muy valorados por su gran tradición. Es una zona de producción vinícola que supone el 5,2% del suelo gallego dedicado a la vid. Comprende las riberas del Miño y del Sil, en el sur de la provincia de Lugo y el norte de la de Ourense, y se dice que guarda toda la esencia de los vinos gallegos, ya que en ella se cultivan prácticamente todas las variedades de su uva autóctona. Su producción se orienta de manera mayoritaria a la elaboración de tintos, aunque también existen blancos de gran calidad. La inclinación natural de su suelo hace que las viñas deban plantarse en las laderas de los montes, con pendientes que, algunas veces, superan el 65% de inclinación, por lo que su vendimia se debe llevar a cabo a mano y en condiciones de bastante peligro.
En cuanto a sus vinos, los tintos se elaboran fundamentalmente con las variedades de uvas Mencía, Brancellao o Merenzao. Destacan por su acidez equilibrada, sus aromas limpios, elegantes e intensos, y su color cereza brillante con ribete púrpura. La variedad Mencía es la más cultivada, dando lugar a vinos jóvenes de gran calidad, afrutados y muy aromáticos.
Los blancos, producidos en su mayoría con las variedades preferentes Godello, Albariño y Treixadura, producen vinos frescos pero intensos, con un fino toque de acidez y que sobresalen por su ligero retrogusto y su delicada presencia en el paladar.
La Denominación de Origen Monterrei se encuentra situada muy cerca de la frontera con Portugal, en las laderas de los montes y valles regados por el río Támega y sus afluentes, al sur de la provincia de Ourense. En la actualidad, cuenta con 26 bodegas y una superficie de 571 hectáreas, y aunque se constituyó como Denominación de origen en 1994, ya en algunas descripciones geográficas distribuidas allá por el año 1700, se podía leer: “Se produce mucho y estimado vino en este valle de Monterrei”.
El clima en el que se cultivan sus uvas es habitualmente templado, aunque con tendencia continental. Sus veranos son calurosos y secos, y sus inviernos, fríos. Aunque las temperaturas llegan a oscilar unos 30 grados centígrados entre el día y la noche durante la época de maduración, no afectan de manera negativa a la uva. En cuanto al suelo, existen tres tipos fundamentales: de pizarra, arcillosos y graníticos. Los dos primeros son ideales para los vinos tintos, y el tercero, con su característico pH bajo, para los blancos.
Sus vinos blancos (hechos fundamentalmente con uvas Dona Branca, Godello y Treixadura) son, en general, frescos, pero con persistencia en el regusto, de color amarillo pálido con tonalidades verdosas, y de aromas afrutados y florales intensos. Los tintos (elaborados con variedades de Mencía y Merenzao) suelen tener reflejos morados, tonos brillantes y un color rojo cereza, así como aromas a frutos rojos y un deje de sedosidad en la boca.
Aunque generalmente se consumen como vinos jóvenes, también pueden ser sometidos a un proceso de envejecimiento, dando lugar a vinos que se comercializan bajo los términos de barrica, Crianza, Reserva o Gran Reserva.
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