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El poeta y gastrónomo Álvaro Cunqueiro definió al Albariño como “el príncipe dorado de los vinos”, y esa nobleza gallega se percibe cada vez que el paladar entra en contacto con esta afamada bebida. Los vinos de Galicia están viviendo una época de oro dentro y fuera de nuestras fronteras, un éxito que el Albariño comparte con el Ribeiro, ese vino que se dice que tintaba la taza si era tinto y dejaba un sabor agreste y perfumado cuando viraba a blanco. Pero, cuando de brebajes blancos se trata, son muchos los que desconocen la diferencia entre un Albariño y un Ribeiro.
¿Ribeiro o Albariño? ¿Albariño o Ribeiro? Hoy te explicamos sus particularidades, similitudes y qué rasgos los distinguen, para que la próxima vez que te ofrezcan estas dos variedades de vino, tengas más claro cuál elegir.
La diferencia más sustancial entre vinos Albariño y Ribeiro y que lleva a confusión a más de uno es que el albariño es una variedad de uva y, cuando hablamos de Ribeiro, en cambio, estamos hablando de una denominación de origen. Así, mientras los vinos ribeiros se refieren a aquellos que han sido elaborados en una zona concreta de la provincia de Ourense, el Albariño puede cosecharse en distintas zonas vitivinicultoras, lo que además le confiere peculiaridades propias según el área donde se trabaje. Eso sí, su centro neurálgico por excelencia son las Rías Baixas, con su famosa denominación de origen homónima, con el valle de O Salnés como principal caldo de cultivo de la uva y con Cambados como capital donde cada año se celebra la esperada fiesta del Albariño. Esta variedad de uva, aunque es la representante indiscutible de terras galegas, ha viajado también hasta otros puntos de la Península durante los últimos años: a Castilla y León, Cantabria, Asturias y Cataluña, e incluso ha traspasado nuestras fronteras para ser cultivada en Portugal, California, Uruguay, Argentina o Nueva Zelanda.
Ahora que ya conocemos la diferencia de base entre Ribeiro y Albariño, vamos a detenernos en profundidad en el carácter de estos dos excepcionales vinos blancos para conocer qué factores son los que los diferencian, aparte de la ubicación de sus viñedos.
El Albariño proviene de una uva blanca con la que se obtiene un vino de sabor floral y afrutado, con aires balsámicos y especiados que se perciben en su olor característico, y que recuerdan a las uvas francesas Viognier y Petit Manseng y a la alemana Gewurztraminer. La uva por excelencia del Ribeiro, sin embargo, es la Treixadura, aunque también se emplean otras como Palomino o Torrontés, que dan lugar a un vino fresco, con sabor afrutado (sin ser esta su característica más distintiva), astringente sin llegar a ser un vino del todo seco y con mucho cuerpo. El Ribeiro permanece durante un largo rato en el paladar, es un vino más untuoso, mientras que el Albariño es famoso por su ligereza, por ser un vino fácil de beber, más floral, afrutado y ácido que el Ribeiro, y que tiene la cualidad de ser muy longevo (podemos consumirlo en 3 años e incluso más) y encajar a la perfección en muchas situaciones.
El color es otro de los rasgos que distingue a estos dos vinos y que se puede apreciar fácilmente al compararlos en diferentes copas de vino. Mientras que el Albariño es de un blanco-amarillento más pajizo, el Ribeiro tiene un tono más dorado que, sin ser del todo oscuro, recuerda a los rayos del sol.
Si nos centramos en la tierra que vio nacer al vino Albariño y al Ribeiro, veremos que la D.O. Rías Baixas tiene mayor extensión que su vino vecino, de hecho, es la más grande de Galicia, con más de 4.000 hectáreas de viñedos. Las viñas de D.O. Ribeiro, en cambio, cuentan con algo más de 2.500 de cultivos, pero ganan en antigüedad, ya que su denominación de origen data de 1930, 50 años anterior a que se la concedieran a los vinos Albariños de las Rías Baixas.
La leyenda cuenta que la variedad de Albariño fue introducida en el siglo XII en Galicia desde Francia por monjes cistercienses durante su peregrinación a Santiago. Sin embargo, algunos estudios aseguran que se trata de una variedad autóctona gallega y de la que se han encontrado semillas de hace más de dos mil años cerca de Vigo. Por su parte, los vinos de la zona de Ribeiro se encontraban entre los preferidos de los romanos y más tarde, también de los ingleses, que durante la Edad Media comerciarían por toda Europa con un vino tostado de uvas pasificadas que se preparaba en la zona. Incluso Cristóbal Colón viajó con vino gallego de la zona de Ribadavia en sus viajes a América. La historia del Albariño gozó durante siglos de menos popularidad, hasta que en los años 90 del siglo pasado despegó y pasó a ser considerado como uno de los vinos más valorados del mundo.
Uno de los factores determinantes en el sabor de estos dos vinos es el clima. Aunque sus variedades de uvas se cultivan en tierras cercanas entre sí, las Rías Baixas, de donde proviene originalmente el Albariño, cuentan con clima atlántico que se caracteriza por ser lluvioso en invierno y primavera, pero caluroso en verano, y cuya brisa oceánica deposita cierta salinidad en la uva, lo que le confiere ese sabor tan especial. Por su parte, los vinos de Ribeiro se elaboran en un clima continental menos lluvioso y en una ubicación rodeada de montañas que impiden el paso del aire y que hacen que las noches sean frías y los días calurosos, lo que condiciona las etapas de maduración de la uva.
El clima también determina los métodos de cultivo. El Albariño, debido a la humedad de la tierra y a la falta de sol de la zona de las Rías Baixas, se cultiva en parras, a unos 1,80 cm sobre el suelo. En la zona de Ribeiro, en cambio, se plantan las vides de forma tradicional, a ras de suelo, ya que sufren de menos humedad y cuentan con mayor cantidad de luz del sol y temperaturas más altas.
Llega el momento de pensar con qué platos casan bien estos dos fabulosos vinos blancos. El Albariño, al ser muy ligero, combina a la perfección con mariscos y pescados blancos para no disfrazar su sabor. El Ribeiro, por su parte, es un vino ideal para acompañar platos tradicionales de la gastronomía gallega, como la empanada o el pulpo.
Para elegir un vino, nada mejor que saborearlo uno mismo. Nuestro Faustino Rivero Ulecia Albariño DO Rías Baixas es un vino sofisticado y con carácter, que creamos en 2015 con la misión de continuar innovando en la elaboración de vinos de calidad. Ya te hablamos en este artículo de sus cualidades y de cómo lo elaboramos para obtener un vino floral, con notas cítricas en nariz y muy fresco en la boca, y que ha conseguido un reconocimiento James Suckling de 90 puntos durante dos años consecutivos. Como buen Albariño, es ideal para acompañar aperitivos y tapas, y todo tipo de marisco y pescado fresco.
Así que, ¡chin chin por esta uva gallega que tan buenos vinos y sabor nos deja!
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