¿Eres mayor de edad?
El mundo de la vinificación está lleno de procesos fascinantes que transforman simples uvas en auténticas joyas para el paladar. Entre estas técnicas destaca el degüelle del vino, un paso clave en la elaboración de vinos espumosos que combina precisión y tradición. Pero, ¿qué es exactamente el degüelle y por qué es tan importante? Este procedimiento es fundamental para retirar los sedimentos acumulados durante la segunda fermentación en botella, garantizando la claridad y pureza del vino.
Si alguna vez te has preguntado cómo los vinos espumosos alcanzan esa nitidez y elegancia que los caracteriza, acompáñanos a explorar este intrigante proceso en detalle. ¡Adentrémonos en los secretos del arte de hacer vino!
El degüelle, también conocido como «dégorgement» en francés, es una técnica clave en la producción de vinos espumosos como el Champagne y el Cava. Este proceso se lleva a cabo después de la segunda fermentación en botella, un paso esencial en el método tradicional de elaboración de espumosos. Durante esta fermentación, se produce dióxido de carbono, responsable de las burbujas características, y también se generan sedimentos como resultado de las levaduras muertas, conocidas como lías.
El degüelle tiene como objetivo eliminar estos sedimentos, mejorando la claridad y estabilidad del vino. Para llevarlo a cabo, las botellas se colocan en pupitres y son giradas de forma gradual, en un proceso llamado «removido». Este movimiento controlado lleva los sedimentos hacia el cuello de la botella, donde se acumulan gracias a un tapón provisional. Una vez que los sedimentos están en su lugar, el cuello de la botella se congela, creando un tapón de hielo que atrapa las impurezas.
El momento crucial llega cuando se destapa la botella y, gracias a la presión interna, el tapón de hielo junto con los sedimentos son expulsados de forma automática. Posteriormente, la botella se rellena con un «licor de expedición», una mezcla de vino y azúcar que ajusta el sabor final, y se cierra con un corcho definitivo.
Existen dos métodos principales para realizar el degüelle en la producción de vinos espumosos como el Champagne o el Cava: el degüelle manual y el degüelle automático. Ambos tienen el mismo propósito —eliminar los sedimentos acumulados durante la segunda fermentación en botella— pero se diferencian por la forma en que se llevan a cabo.
El degüelle manual es el método más tradicional y artesanal. En este proceso, el enólogo destapa cada botella a mano para que la presión interna expulse los sedimentos y el tapón de hielo formado previamente en el cuello de la botella. Este tipo de degüelle permite un control minucioso, asegurando que cada botella sea tratada con la máxima precisión. Es ideal para producciones pequeñas o vinos de alta gama, donde la atención al detalle es clave para garantizar la calidad.
La principal ventaja de este método es su nivel de personalización y el cuidado que se puede aplicar a cada botella. Sin embargo, es un proceso más lento y laborioso, lo cual lo hace menos eficiente para volúmenes grandes de producción.
El degüelle automático, por otro lado, utiliza maquinaria especializada para realizar el proceso de manera más rápida y estandarizada. Las botellas pasan por una línea de producción donde se destapan de forma automática y se expulsan los sedimentos. Este método es ideal para bodegas con producciones a gran escala, ya que garantiza eficiencia y uniformidad en el tratamiento de cada botella. Aunque es significativamente más rápido que el degüelle manual, este sistema no ofrece el mismo nivel de control sobre cada botella. Sin embargo, reduce el tiempo y coste de producción.
La elección entre ambos métodos depende de factores como el tamaño de la bodega, el volumen de producción y el tipo de vino espumoso que se quiera ofrecer. Mientras que el degüelle manual destaca en producciones exclusivas, el automático es la opción preferida para satisfacer las exigencias de un mercado más amplio.
Nuestro Gold Espumoso de Faustino Rivero Ulecia es un vino que brilla tanto por su elegancia como por su carácter fresco. Este espumoso, elaborado con uvas Moscatel, conquista a primera vista con su luminoso color dorado y burbujas finas y persistentes que ascienden delicadamente en la copa.
En nariz, sorprende con un aroma fresco y afrutado donde destacan notas cítricas y un toque floral que invita a descubrir más. Al probarlo, su sabor es limpio y equilibrado, con una acidez refrescante que potencia su frescura y deja un final sutilmente afrutado, ideal para paladares que disfrutan de vinos vivos y ligeros.
Perfecto como aperitivo, para brindar en celebraciones o acompañar platos ligeros como mariscos, sushi o postres suaves, este espumoso es sinónimo de versatilidad y distinción. ¡Una apuesta segura para ocasiones especiales!
El degüelle del vino es mucho más que un simple paso en la elaboración de los vinos espumosos; es una muestra de la unión entre la tradición vinícola y la meticulosa precisión que exige la excelencia. Este proceso, minucioso y lleno de técnica, asegura que cada botella llegue a nuestras manos con la pureza y el brillo que hacen de los espumosos una experiencia única.
La próxima vez que alces tu copa para celebrar, recuerda el arte y la dedicación que hay detrás de cada burbuja. Cada detalle, cada paso en la producción, refleja la pasión de los productores por crear vinos impecables que deleiten nuestros sentidos.
Deja una respuesta