¿Eres mayor de edad?
¿Te preocupa que las calorías del vino afecten negativamente a tu dieta? Pues aquí te traemos algunas buenas noticias. Si es cierto que el vino es una bebida calórica por su contenido en alcohol, descubrirás que no lo es tanto como otras que quizás pensabas que tenían menos calorías como, por ejemplo, la cerveza o el vermut.
Además, te aliviará saber que un consumo moderado de vino y en el contexto de una rutina saludable, puede tener incluso algunos beneficios.
Al contrario de lo que se suele pensar, el vino no tiene azúcar, ya que el proceso de fermentación consiste precisamente en su eliminación a través de su transformación en alcohol. Aunque es cierto que existen excepciones, es el caso de elaboraciones especiales de vinos dulces que sí contienen azúcares añadidos. Por lo tanto, en una botella de vino el aporte calórico procede exclusivamente del alcohol.
El alcohol aporta 7 calorías por cada gramo, pero no todas las bebidas alcohólicas tienen la misma graduación, ni todos los tipos de vinos siguen una graduación estándar, si bien generalmente esta no supera los 15 grados.
Para hacer una comparación, una cerveza estándar (330 ml) equivale a 142 calorías, mientras que una copa de vino (100 ml) a 85 calorías. En realidad, la diferencia se debe principalmente al diferente volumen entre la jarra de cerveza y la copa de vino. Así, aunque el aporte calórico por mg de alcohol es el mismo, cambia la cantidad que se consume por unidad, dependiendo si pedimos una cerveza, o un vino. ¿Y si queremos acompañar nuestro aperitivo con vermú? Pues un vaso de vermú puede llegar a contener casi 300 calorías.
En conclusión, a paridad de unidades consumidas, el aporte de calorías del vino será menor que si pedimos cerveza u otra bebida alcohólica. Además, ya que el vino se bebe de forma más pausada y es más saciante, normalmente tendemos a consumir menos vino que cerveza. En este sentido, salir de cañas suele influir más negativamente en nuestra dieta que tomar una copa de vino cenando, por ejemplo.
También hay que apuntar que las calorías del vino varían dependiendo del tipo de vino del que estemos hablando. Si consideramos la cantidad de 100 ml y, atendiendo a términos generales, podemos concluir lo siguiente:
También hay que considerar que el aporte calórico del alcohol no es comparable al del resto de alimentos. De hecho, las calorías suelen proceder de nutrientes como proteínas, hidratos o grasas, que cumplen determinadas funciones en nuestro organismo. Sin embargo, en el caso del alcohol, esta energía no procede de ningún nutriente, por tanto, las calorías del vino son calorías vacías y también nuestra forma de absorberlas será diferente.
Como resultado, si te encuentras en la situación de querer seguir un régimen calórico, beber vino de forma moderada probablemente no afecte en gran medida al total de calorías diarias que consumas. Lo más importante, eso sí, es mantener una dieta saludable y un estilo de vida activo, pero también hay que tener en cuenta el peso, la edad y el estado de salud general de cada uno. En este sentido, siempre es mejor consultar con un médico o nutricionista.
Si es verdad que las calorías del vino se consideran calorías vacías desde un punto de vista nutritivo, algunos estudios han asociado determinados beneficios al consumo moderado de vino*, entre estos se pueden evidenciar mejoras a nivel cardiovascular, reducción de la presión arterial y un cierto rejuvenecimiento celular.
Tales beneficios se deben esencialmente a la presencia de los polifenoles, sobre todo en el vino tinto. Como por ejemplo el resveratrol, un antioxidante natural que se encuentra en la cáscara de las uvas, con efectos antiinflamatorios y reguladores de lípidos. Los antioxidantes, además, reducen el estrés oxidativo del cuerpo, un factor determinante en el desarrollo de muchas enfermedades.
Por todas estas razones podemos considerar el vino tinto más saludable que otras bebidas alcohólicas.
Como hemos visto, consumir vino de forma moderada no tiene que ser una preocupación y puede incluirse en un estilo de vida saludable. Lo más recomendable es elegir un vino tinto de calidad como es, por ejemplo, nuestro Rioja Reserva.
Este tinto con personalidad está elaborado a partir de uvas de las variedades Garnacha y Tempranillo y se caracteriza por su color rubí, fuerte y brillante. En nariz es intenso y elegante, con notas de fruta madura y especias, junto a aromas más tostados que derivan de su crianza en barrica. Tiene un sabor amplio, sedoso y equilibrado, pero con cierta complejidad y una gran persistencia gustativa.
Para degustar todas sus cualidades organolépticas lo mejor es servirlo entre 16 y 18 °C, y acompañarlo con platos de carne o pasta, aunque queda estupendamente incluso con tapas variadas y con quesos no demasiado curados.
Finalmente, si las calorías del vino te preocupan demasiado, recuerda que disfrutar de una buena copa de vino, especialmente en compañía de nuestros seres queridos, y regalarte un momento de desconexión y relax, también es bueno para la salud.
Fuente: Medica News Today.
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